Sunday, March 19, 2006

Para no quedarme callado...

Aunque ya he comentado sobre este asunto en otros blogs, me gustaría constatar en mi espacio de expresión la sonada pérdida de Brokeback Mountain al premio a la mejor película en la ceremonia de los Óscares.

¿Me lo esperaba? No.
¿Me siento contento de que sucediese? No.
¿Me sentí triste al enterarme? Sí.
¿Siento que es el fin del mundo? No.

Es interesante la reacción social. Me interesa mucho cómo la opinión de un cierto grupo de críticos de arte, puede imponerse tan fácilmente. Es interesante el efecto de unos premios en la industria cinematográfica en la sociedad. El cine es un medio de entretenimiento, es negocio, es un modo de vida, pero también es arte y una voz pública.

No le demerito el valor social o artístico a Crash, simplemente que si hubiese o no hubiese estado considerada a mejor película en los premios de la Academia, no hubiese sido la gran sorpresa del año. Digo, como ejemplo, no estuvo nominada a los Globos de Oro, y eso que ahí hay 10 espacios, y pues no hubo gran conmoción de los cinéfilos. Eso sí, ahora sí hay un gran respaldo al porqué fue elegida. Siempre es interesante. Es algo así como el explicar el porqué, en lugar de cuestionarlo. Yo vi Crash en el cine, y me gustó mucho, aunque no lo suficiente para hacer una reseña de ella.

En fin, no quiero entrar en gran discusión. Son casi las 3 de la mañana, pero no quisiera dejar pasar más tiempo sin establecer mi opinión por escrito. Para mí, Brokeback Mountain fue la mejor película del 2005, como para mí, Elizabeth fue la mejor película en 1998; pero la diferencia aquí; es que la decisión tomada el 5 de Marzo me puso triste, falto empatía y no, no hablo de la causa social como estandarte. Faltó empatía para entender el mensaje. Hasta yo me sentí obligado a escribir que Brokeback Mountain era una historia de amor, independientemente de que fuera entre dos hombres, pero no, eso es precisamente uno de los núcleos de la complejidad, no se puede separar.

Me percaté que aunque mucha gente lo quiera negar o encontrarle una respuesta política - como diría Asimov - la explicación sencilla es normalmente la correcta; y sí, lo que yo pienso es que hay un largo camino por recorrer, y un camino más largo del que quería pensar. Por eso es que me puse triste. ¿Le estoy dando más importancia a una estatuilla de lo debido? ¿Estoy malinterpretando el sentido de los premios? Tal vez sí, pero cuando no soy el único y hay un efecto social al hacerlo, entonces hay que volver a cuestionarnos si estamos simplificando o estamos tratando de no ver algo que está justo frente a nuestros ojos.

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