Sunday, January 23, 2005

El Niño Interior

Este sábado fue la primera tormenta de nieve. Es decir, hubo suficiente nieve para... ¡jugar! Como si tuviera 13 años, recibí la llamada de mi amiga de Islas Mauricio invitándome, prácticamente, a salir a jugar. A lo que contesté emocionado: ¡Sí quiero! Después de terminar mis labores hogareñas, sonó el timbre de la casa. Ahí estaban tres de mis amigos, cada uno con una bola de nieve, listos para aventármela... y lo hicieron. ¡Malditos!

Me puse los guantes y salimos a jugar. Nos aventamos bolas de nieve, corrimos, hicimos angelitos y hasta imprimos nuestra cara en la nieve. Con decirles que mi amigo ruso hasta se enterró como topo. No duramos mucho tiempo afuera ya que la nieve en la cara, en verdad, no es agradable.

Al regresar al departamento tomamos chocolate caliente mientras nos preparábamos para ir a hacer algunas compras. Después hubo cena en casa de una de las susodichas. Platicamos, cenamos, jugamos, vimos Seinfield, nos reimos y volvimos a jugar. ¿Quién dice que los ñoños no se divierten?

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