Sunday, February 06, 2005

¡Ya regresé!

Una experiencia inolvidable. Mis expectativas eran altas, pero el resultado las sobrepasó con creces. Me hubiese gustado llevarme una libreta electrónica donde pudiera haber anotado día a día mis aprendizajes para automáticamente subirlos en línea. En fin, no lo hice, pero espero compartir con mi memoria a largo plazo y con ustedes, las ideas que aún viajan a través de impulsos eléctricos en mi azotea.

En viajes anteriores, sí me llevaba mi libretita donde ocasionalmente escribía lo que me sucedía; pero poco tiempo hubiese tenido para hacerlo la semana pasada. Si me preguntaran qué hubiese cambiado del viaje, en definitiva lo hubiera alargado por uno o dos días para tener tiempo para relajarme y reflexionar. Sí tuve algunos momentos, pero no fueron suficientes.

¿Cómo comenzó todo? No escuchando el despertador y levantándome a las 7:55am, siendo que mi vuelo salía a las 10:00am. En 13 minutos me levanté, me bañé, me rasuré, terminé de empacar y a las 8:08am ya estaba subiendo las maletas al carro de Annelise, mi amiga de Islas Mauricio.

Después de que ella y otro amigo acomodaban el equipaje, yo corrí a pagar la renta. En seguida, partimos directo a casa de otra amiga, y después de eso, a dejar el carro en casa de otro amigo para después tomar el metro al aeropuerto. La economía sobre todas las cosas.

¿Lo logramos? Sí, claro... tuvimos que entrar de contrabando al edificio, correr con maletas en el frío invierno, pero llegamos a tiempo hasta para desayunar en el aeropuerto mientras esperábamos que el avión despegase. Ya en la sala de espera, los clásicos dramas: los que no llegaron a tiempo en vuelos anteriores y que estaban en lista de espera para otro vuelo o los definitivos de... "nunca llegó" y no va a ir.

En el aeropuerto de Miami todo se resumió a seguir instrucciones para llegar al puerto y abordar el crucero: "Voyager of the Seas". Mi compañero de cuarto resultó ser más ñoño que yo, bueno, eso ya lo sabía. Todo absolutamente en orden siempre, respetando el espacio en común.

Esa tarde, sólo fue desempacar, conocer el barco y cenar. En la noche conocimos el bar con música latina en vivo, el cual, fue nuestro rincón de reunión todas las noches. Sin embargo, antes de ir a dormir, salimos a contemplar la vista. La sensación de la brisa, el olor del mar, el sonido de las olas y la tranquilidad de la luna llena, en definitiva, me recuerdan lo hermosa que es la naturaleza y lo mucho que me gusta apreciarla.

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