Thursday, December 02, 2004

¡Censurado y con llanta ponchada!

¿Puede ser más obvio este título? El día de hoy, a pesar de que tres cuartas partes de él fueron bastante convencionales. Resultó ser un día... ¡excitante!

Eran las 7pm, mi jefe había desaparecido desde las 6pm; el defecto en el que estaba trabajando fue finalmente destrozado, cuando de repente... recibo un correo electrónico. Ahí estaba... el periódico virtual de la compañía. Actuando ególatramente, lo abrí y me dirigí directamente a mi ya clásica columna de crítica cinematográfica.

En las dos ediciones anteriores, mi espacio había ocupado el lugar principal de la publicación mensual, por lo que esperaba una posición similar en esta edición. ¡Cuál fuera mi sorpresa! Mi reseña se encontraba casi al final del correo electrónico, sin contar con que los dos últimos párrafos fueron sádicamente aniquilados.

¿Cuestión de espacio? Tal vez. En esta ocasión hubo más del doble de artículos que en las anteriores. Sin embargo, el hecho de ser una publicación en Internet, hace que el espacio no sea el factor decisivo de incluir dos párrafos o no. ¿Descuido, ineptitud o censura? Cualquiera que haya sido la razón, me parece falta de profesionalismo.

¿Por qué?
Descuido: Cada persona que envía un artículo, tuvo que dedicar trabajo extra para colaborar en la edición sin ninguna compensación mas que la satisfacción de ayudar. Lo menos que la persona que integra el trabajo debe asegurarse, es que el trabajo de los demás no se pierda en el camino.
Ineptitud: Si por alguna razón, un escrito debe de recortarse; la mejor manera no es quitar la última parte de él. Es remover texto, no las ideas. Si la persona encargada no tiene la habilidad para hacerlo, al menos debiera consultar al autor del escrito y pedir ayuda.
Censura: Me gustaría inclinarme a que la causa de la no publicación de mi reseña no fuese porque hablara sobre sexo en ella, si no porque la persona encargada no tiene sensibilidad a la escritura para la edición del texto; pero bueno... ya lo averiguaré.

Fue así, que mi manera de venganza se consolidará en distribuir el texto censurado al mundo entero. El primer paso fue ir a saludar a mi amiga de Islas Mauricio y contarle cómo alguien se había osado a censurarme... No obstante, en el trayecto a su cubículo fui invitado a cenar en casa de otro amigo. Así que dejé el rencor a un lado (lo guardaré para otro momento) y acepté la cena gratis.

En fila india: Un húngaro, un mexicano y un ruso se dirigieron al supermercado. ¡NO! No es chiste. ¡De verdad! Siempre me había cuestionado estos chistes, tres personas de diferentes nacionalidades haciendo una actividad cotidiana y hablando en el mismo idioma. Aunque usted no lo crea, de algún lado tenían que haberse pirateado estas situaciones.

Bueno, dejando a un lado el momento de reflexión sobre los chistes acerca de la interacción de pesonas de diferentes países. El húngaro, el ruso y el mexicano llegaron al estacionamiento del supermercado. Quién fuera a imaginarse que en el momento en el que el mexicano entrara al estacionamiento, se le fuese a ponchar la llanta. Si no gana uno para mortificaciones...

¿Lo bueno? Iba acompañado y uno de ellos me ayudó a cambiar la llanta. Está bien, me estoy otorgando mucho crédito; en realidad uno de ellos me cambió la llanta. Yo sólo fui observador del procedimiento. Al final, la llanta de refacción no tenía suficiente aire, así que nos detuvimos en la primer gasolinería a "rellenarla". Después, tuvimos la cena en casa de mi amigo húngaro, quien tengo que compartirles, es muy buen anfitrión.

Mi amigo ruso me hizo caravana hasta mi casa, para asegurarse que llegase sano y salvo, y colorín colorado; la historia de pagar por nuevas llantas ha comenzado.

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