Monday, December 06, 2004

Apoyo al Deporte

El 4 de Noviembre de este año, un día antes de mi cumpleaños, comencé un entrenamiento físico para correr una carrera de 10 kilómetros. Basta con decir que antes de ese día nunca había corrido más de un milla continua. De hecho, antes de entrar al grupo, tuve que llenar una encuesta sobre mi pasado deportivo y fue bastante deprimente resumir mi vida deportiva en que lo que más había corrido continuamente habían sido 6 minutos. Y si sumase esos trayectos durante una semana, mi semana con más minutos corriendo generaban un total de 18.

La motivación era suficiente para mí: la empresa pagaría el entrenamiento personal que tiene un costo de 350 dólares... como diría un amigo regio que tengo: Gratis, hasta las puñaladas.

El primer día fue un martirio. Llego a las 6:30am, 38°F y el entrenador me dice, dale 3 vueltas a la pista (400m cada vuelta) para calentar. ¿Calentar? Eso se compara a toda una rutina de ejercicio para mí. Pero bueno, me dijo que me fuera lento y que no me esforzara; y para no esforzarme, me pinto solo.

Las tres vueltas terminaron y no me sentía tan acabado como pensaba. Sin embargo, la historia apenas comenzaba... En sus marcas, listos... ¡FUERA! Así comenzó mi primera milla, detuve el reloj a los 8:15m, lo cual no estuvo nada mal. ¿El problema? En mi única vuelta de enfriamiento, mi estómago dijo: mijito, esto no es para mí y... vomité. Ya sé, para vergüenzas, no gana uno.

No obstante, no pasó mucho tiempo cuando ya empezara a notar una diferencia. Puedo correr dos millas en 15:45m y no termino totalmente muerto. De hecho, hace dos domingos fui a correr al National Mall: desde el Monumento a Lincoln hasta el Capitolio y de regreso, sin detenerme. Fue una sensación increíble: la historia, el paisaje, los árboles mostrando los colores otoñales... al final, parecía que flotaba. No es broma, parecía que flotaba porque ya no sentía los piés; pero en general, una muy bonita experiencia. De hecho, el domingo de la semana pasada corrí 5 millas continuas en 50 minutos y mis pies seguían vivos. Nada mal para sólo tres semanas de entrenamiento.

¿El problema? La compañía acaba de retirar el apoyo económico para el programa. Les digo, uno tiene el espíritu de deportista, pero sin apoyo, ¿cómo? ¡Ahora te entiendo, Ana Guevara!

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