Monday, November 19, 2007

Madame Bovary

Esta última vez que fui a Monterrey saqué de mi baúl de los recuerdos -- o más bien, de una caja polvienta -- algunos libros que compré en preparatoria en mi época pseudo-intelectual. Ya no recuerdo qué me motivó a adquirirlos, pero esta vez me traje para Redmond "Madame Bovary". No fue sino hasta ayer que comencé a leerlo y vaya que me ha sorprendido.

Las primeras cuarenta páginas están medio aburridonas, pero a la vez, confusas en encontrar quién es la mentada: "Madame Bovary". Creo que el simple hecho de que se pierda tan fácilmente la identidad de una persona en su nombre, le da un valor más profundo al personaje.

Después de varios capítulos creo haber identificado que Madame Bovary es Emma.

Antes de casarse Emma creyó que tendría amor, pero la felicidad
que debía resultar de ese amor no había llegado, tenía que estar equivocada, pensaba. Y Emma trataba de averiguar qué se entendía exactamente en la vida por las palabras
felicidad, pasión y ebriedad, que tan bonitas le habían parecido en los libros.

[...]

Estaba acostumbrada a los aspectos pacíficos, y le atraían por el contrario, los accidentados. Le gustaba el mar sólo por las tempestades, y la vegetación sólo cuando crecía entre ruinas. Necesitaba poder sacar de las cosas una especie de provecho personal y rechazaba como inútil todo aquello que no contribuía al consumo inmediato de su corazón (y siendo de temperamento más sentimental que artista, buscaba emociones y no paisajes).

Emociones, y no paisajes. Sigo fascinado por la manera tan sutil de diferenciar apreciación y vivencia.

Pero, ¿cómo expresar un indefinible malestar, que cambia de aspecto como las nubes, que se arremolina como el viento? Le faltaban las palabras, la ocasión y el valor. [...]

La conversación de Charles era llana como la acera de una calle, por ella desfilaban las ideas de todo el mundo, en su traje ordinario, sin suscitar la emoción, risa o fantasías. [...]

Emma se repetía: "¡Dios mío, por qué me habré casado!" Y se preguntaba si no habría manera, por alguna coincidencia del azar, de encontrar a otro hombre.

Las palabras, la ocasión, y el valor. Simple y directo. Aún me faltan 300 páginas por leer, pero el comienzo ha sido bueno. En momentos como estos me doy cuenta que tengo mucho qué disfrutar, pensar, y aprender. Y me pregunto... por alguna coincidencia del azar, no habrá manera de encontrar a otro hombre

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