Hay varios recuerdos que tengo presentes sobre mi infancia. Uno de ellos es la actitud de mi madre hacia los extraños.
Mamá siempre ha sido una persona muy trabajadora y extremadamente sensible. Siempre está dispuesta ha ayudar a quien lo necesite. Sin embargo, no me dejaba de sorprender que cuando alguna pobre señora, señor o incluso niños tocaban a la puerta a pedir una limosna, mi mamá invariablemente les decía que no. **
"¿Qué no tienes corazón? ¿No te conmueven?" Recuerdo que la gente le preguntaba. Ella simplemente contestaba que sí tenía corazón, pero que ella no tenía dinero para ayudarles a todos y que la actitud de estas personas no era la adecuada. "Si me preguntaran... ¿le barro la calle?, ¿le limpio el carro? otra cosa fuera.", ella decía. Y era cierto, si alguien le ofrecía su trabajo mi mamá hasta de comer les hacía, además de darles dinero. Aún me sorprenden sus atenciones para tantas personas.
Fue así que mi madre me enseñó a no pedir limosna. Hoy me pregunto, ¿cuándo comencé a limosnear? No por dinero, sino por cariño.
Friday, October 12, 2007
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1 comment:
** Sí había excepciones con viejitos o viejitas, pero si decía esto el comentario no era tan dramático.
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