Rutinaria se está volviendo mi tristeza. Todos los días al momento de encender mi carro, lo recuerdo. Me siento tan ingenuo. Sólo cierro los ojos y puedo sentir su sonrisa y escuchar sus sonidos. Aquí está conmigo, lo puedo oler. Me seduce nuevamente y quiero abrazarlo fuerte. No quiero soltarlo, no quiero que se me escape una vez más. Quiero poder sentirlo otro momento más, otro minuto más, sólo mientras termino de respirar. No te vayas, no te vayas... necesito que te quedes. Pero los brazos se me entumen y en mi presencia me dice adiós una vez más y yo le digo que es lo mejor, sé que es lo mejor, pero no sé cómo enfrentarlo. No quiero que sea la última vez pero yo le digo que lo será y que tenemos que ser fuertes. Quisiera poder al menos respirar su aroma, guardarlo secretamente en mi bolsillo... quedarme un segundo más con él, uno más. Me arrepiento al siguiente instante, puedo esperar... sé que puedo y que juntos podremos.
Se va.
Y así lo imagino irse, todos los días. Cada mañana y cada tarde desde hace varias semanas. Así, poco a poco, me despido cada día y me duele cada día más. No sé qué estoy haciedo. No sé porqué lo estoy haciendo. Sólo sé que estoy sufriendo, pero sé que las cosas van a estar mejor.
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